martes, 18 de febrero de 2025



Todos los ojos eran tuyos y míos, 
con esa limerencia 
hambrienta y poseída 
con que el corazón desviste 
a otro corazón, 
pero eso aún no lo sabíamos. 

Bajo el tejo 
ganábamos la esperanza de vivir, 
la calidez de la mudez y del consuelo. 
 
Jugábamos a no medrar, 
a olvidar la tonsura del anciano, 
frágiles y desprolijos 
de todas las argucias de los adultos, 
esos que nos llamaban siempre a gritos. 

No hubo un tiempo mejor ni más amable. 

Deseaba una y mil veces 
 comprar la memoria de los árboles, 
la bella hosquedad de los barrujos 
apelotonados en el suelo, 
la magia en el suspenso de la tarde, 
cuando todas las luces se inclinaban sobre ellos 
y me devolvían las palabras. 

No hubo un tiempo más nuestro ni más amado 
que el vertido entre los prados 
de afilados aromas, 
y aquellas mañanas invadidas 
por una pugna invisible, 
la de crecer sin darnos cuenta. 


Nená de la Torriente

 

jueves, 9 de enero de 2025

INELUCTABLE

   

Así te digo: 
Ni con veinte aldabas en veinte puertas  
la mañana puede llamar de seguido 
a la noche.   
Todo se precipita en un pulso propio,  
mediodías y tardes llenas, 
sátrapa caída de pautas exactas;  
una línea burlona que parece más curva 
que el arco de la luna en los junios eternos. 

Así te pienso yo, 
así yo te pienso. 

Y cuéntame tú: 
Cuánto te queda de viento, 
de contención, 
de azogado silencio, 
para llegar hasta este velero helado en un instante. 
Que mi corazón es pequeño, 
mis manos hueras 
y mi vida una fría tormenta 
sin un raído sueste. 


Nená de la Torriente


viernes, 13 de septiembre de 2024


Qué sencillas son las palabras 

cuando las palabras no importan, 

cuando su peso no agobia ni nos asfixia 

en el límite mismo de la vida. 

Un te quiero, un estaré aquí cuando vuelvas, 

el reducto perfecto para estar sin ser visto 

en locuras íntimas y ajenas. 

Y es que quizá nadie vuelve,  

y es que quizá nadie ama, 

ni a la sombra que lánguida llora 

bajo aquella espalda, 

ni a ese tenue resplandor en los ojos 

que más acá se precipita. 

Me derribo aquí bajo el suelo  

respirando bajito, 

entre pequeñas criaturas y grandes secretos, 

expectante  

y en herida permanente,  

por si regresa el peso de las palabras: 

El agobio  

y hasta la asfixia...  


Nená de la Torriente


viernes, 31 de mayo de 2024

 


Y a cada poco una profunda revolución 


No te conté ni la mitad 

¿Qué sabes tú de mi alma? 

A estos ojos que ves me asomo siempre, 

aplazo mis pensamientos 

errados en quórum, 

buceo bajo un agua diferente 

¿Y dónde te quedas tú? 

Somos eso peor que el animal 

que busca la brecha y se precipita 

y culpa a la negritud de su caída 

¿Crees que no veo pasar tus dedos 

por mis renglones rotos? 

¿Qué no puedo notarte 

ni sentir el aliento de tu piel 

sobre mis planas? 

Siento miedo 

de lo que se va a manifestar, y 

mientras pienso 

sé que está sobreviniendo, 

 que llega de nuevo una asonada, 

un grito rauco desde dentro, 

un motín en riada, 

un pronombre terco que esculca 

sobre mi carne,  

cualquier gesto admonitorio 

de dolor. 

 

Nená de la Torriente

lunes, 11 de marzo de 2024

Llueve y

nos volvemos terrones en tazas de té,

tan livianos, tan pacatos,

en amnesia pudibunda.

Te he escrito tantas veces

que olvido tu nombre y

el significado de nuestro pacto.

La maleza ha tomado posesión

de tu cuerpo; 

 pierdo la memoria de mi paso   

entre esta niebla 

que ciega el enorme ojo del puente, 

camino a casa.

Pancista e ignava

me retiro a algún lugar

del que no sé dar domicilio,

construyo un haz de luz

en proporciones exactas

que quepa en mi palma,

así retengo el mínimo recuerdo

de mí misma

y de algún ayer,

contigo,  

que ya no es el nuestro.

 

Nená de la Torriente